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¿Es grande el paquete de 1,9 trillones?

02/03/2021 | Autor: Leandro Ziccarelli - Jefe de Research

La semana anterior la cámara de diputados de Estados Unidos aprobó con holgada mayoría el nuevo paquete de estímulos fiscales propuesto por Biden: 1,9 trillones donde se incluyen cheques de USD 1.400, extensión en los seguros de desempleo, dinero para educación, para producción y distribución de las vacunas contra el COVID, salario mínimo federal de USD 15/hora, entre tantas otras. La discusión ahora se trasladó al Senado, donde los votos no sobran y, de hecho, la apuesta de los demócratas es convertir en ley el proyecto a través de un empate en 50 votos y la decisión de la vicepresidenta de la Nación, Kamala Harris.

Actualmente, el foco de la discusión continúa siendo en relación a si el monto total del paquete y los incentivos no son excesivos. Tópicos como el valor de los cheques, el nivel de los ingresos para acceder al mismo, la duración de los incentivos al seguro de desempleo o el salario mínimo están en el tapete de los intercambios. Englobando todo eso y viendo en perspectiva el programa completo dejaremos algunos números como para tratar de entender la magnitud del paquete y dilucidar qué tan grande es y qué consecuencias puede traer en la economía estadounidense. Para ellos, nos basaremos en el artículo publicado por el reconocido economista Olivier Blanchard (consultar aquí).

Para empezar, el autor propone una aproximación simple: ¿qué tan grande es el impacto del COVID? Es decir, si no hubiese había pandemia, en qué nivel debería estar el PBI estadounidense. En ese sentido se observa un GAP productivo de 4,2% del PBI, resultante de considerar una tasa natural de crecimiento de largo plazo para Estados Unidos del 1,7% y cotejar esa tasa con el último dato de 2020 (caída del 2,5%). Es decir, el programa fiscal debería cubrir ese GAP que, según estima Blanchard, no llega al trillón de dólares (USD 900 billones). Aquí aparece el primer indicio de que la actual propuesta de Biden luce algo exagerada, dado que duplica en monto lo necesario para cubrir el impacto del COVID.

Aún peor, suceden otras dos cosas que empeoran la comparación: 1- El supuesto de que el programa debe volver a poner al PBI en un crecimiento de largo plazo (1,7%, en este caso) es bastante pretencioso debido a que, si bien la demanda puede reaccionar rápidamente, la oferta de bienes y servicios no volverá a los niveles pre-pandemia en el corto plazo. Cuestiones sanitarias, de regulación, negocios que cerraron, etc son algunas de las barreras que encontrará la oferta en el corto plazo. Es decir, incluso los USD 900 billones serían excesivos. 2- Cuando se miden los impactos de un programa semejante sobre la demanda de bienes y servicios, deben considerarse los efectos multiplicadores que el dinero tiempo. Piénsenlo de la siguiente manera: en una economía con tres actores (A, B y C), si los tres quisieran hacer una operación por USD 100, no haría falta inyectar USD 300 dólares en esa economía puesto que, si hay coordinación, inyectando sólo USD 100 A pagaría a B, con esos mismos USD 100 B pagaría a C y, finalmente, C pagaría a A. Este efecto multiplicador hace que el nivel general de demanda sea potenciando por la circulación del dinero. Es decir, USD 900 billones es mucho, incluso sin considerar este efecto que podría, según Blanchard, llegar a duplicar el impacto esperado en la demanda.

Vale destacar que, como mencionamos recién, la crisis del COVID no es una crisis de demanda sino una de “oferta y demanda”. Generar un incentivo tan desproporcionado en los niveles de demanda cuando la oferta muy probablemente no pueda reaccionar en el corto plazo es combustible para una mayor expectativa de inflación hoy. Buena parte de las subas en las tasas largas de los bonos soberanos americanos que se observaron en las últimas semanas responden a esto. El mercado comprendió que la sobredimensión de los estímulos fiscales y la nueva hoja de ruta de la Reserva Federal configuran un escenario de mayor inflación en el futuro.